El Laberinto del Fauno

Cuentan que hace mucho, mucho tiempo. En el reino subterráneo donde no existe la mentira ni el dolor, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos. Soñaba con el cielo azul, la brisa suave y el brillante Sol. Un día, burlando toda vigilancia, la princesa escapó. Una vez en el exterior la luz del Sol la cegó y borró de su memoria cualquier indicio del pasado. La princesa olvidó quien era, de donde venia. Su cuerpo sufrió frío, enfermedad y dolor, y al correr de los años, murió. Sin embargo, su padre, el rey, sabía que el alma de la princesa regresaría quizá en otro cuerpo, en otro tiempo y en otro lugar. Y él la esperaría hasta su último aliento, hasta que el mundo dejara de girar...


Hace muchos muchos años, en un país muy lejano y triste existió una enorme montaña de piedra negra y áspera. Al caer la tarde en la cima de esa montaña, florecía todas las noches una rosa que otorgaba la inmortalidad, sin embargo nadie se atrevía acercarse a ella, pues sus numerosas espinas estaban envenenadas. Entre los hombres solo se hablaba del miedo a la muerte y al dolor, pero nunca de la promesa de la inmortalidad. Todas las tardes la rosa se marchitaba sin poder otorgar sus dones a persona alguna, olvidada y perdida en la cima de la montaña de piedra fría, sola hasta el fin de los tiempos....

Y se dice que la princesa descendió al reino de su padre y que ahí reinó con justicia y bondad por muchos siglos, que fue amada por sus súbditos y que dejó detrás de si pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles sólo para aquel que sepa donde mirar..






                                                                                                                                El Laberinto del Fauno

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